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¿Debe europa imponer aranceles a los paneles solares de china?

    La UE está estudiando la posibilidad de establecer aranceles a los paneles solares chinos, el principal productor mundial de módulos fotovoltaicos.

    En las últimas semanas se está rumoreando mucho en el sector con la posibilidad de que la Unión Europea (UE) imponga aranceles a los paneles solares procedentes de China. Una propuesta que deriva de la denuncia de una veintena de fabricantes europeos en relación a las prácticas de “dumping” o competencia desleal por parte de fabricantes chinos.

    El “dumping” consiste en que empresas extranjeras vendan en el mercado local (en este caso, europeo) sus productos a precios artificialmente bajos. En este caso concreto, hablamos de precios “artificialmente bajos” porque derivan de la concesión de subsidios “injustos” por parte del gobierno chino, para impulsar la proyección de sus empresas. De esta manera, pueden exportar sus paneles solares a precios bajos que no reflejan fielmente su coste. Y esto supone que las empresas europeas tengan muy difícil ser competitivas y no inviertan en la fabricación de componentes fotovoltaicos.

    Pero la medida de imponer aranceles no está teniendo la aceptación esperada entre los diferentes agentes del sector. El proteccionismo de la industria de paneles solares europea puede tener efectos positivos y también negativos sobre la economía en general. Por ello, desde Cambio Energético pensamos que se trata de una medida que debe ser estudiada al detalle.

    Para que tengas una visión más clara del dilema, en este artículo te explicamos los principales argumentos de las posturas a favor y en contra de esta medida y allanamos el camino para dar respuesta a la pregunta sobre si Europa debe imponer aranceles a los paneles solares provenientes de China.

    ¿Por qué Europa debe imponer aranceles a los paneles solares chinos?

    Los principales promotores de la medida ponen sobre la mesa los beneficios que aportaría: desde la protección y promoción de la industria europea, hasta la mayor protección del medioambiente y los derechos laborales en el sector, pasando por reducir la dependencia de China en esta materia. Veamos cada una de estas ventajas con más detalle.

    Proteger la industria europea frente a la competencia desleal

    Con la imposición de aranceles a los paneles solares chinos se busca equilibrar la competencia entre fabricantes europeos y asiáticos. Cuando se imponen aranceles, se encarecen los productos importados, reduciendo la actual diferencia significativa en los precios. Y cuando el precio no es tan determinante, las personas y entidades consumidoras tienen más en cuenta otros factores importantes, entre ellos, la procedencia.

    De esta forma, se salvaguarda a las industrias europeas, permitiéndoles competir en condiciones más equitativas, lo que permite que prosperen y se expandan, generando más oportunidades de empleo y crecimiento económico.

    Relocalización y promoción de la industria europea

    Además de la protección de la industria europea existente, los defensores de la imposición de aranceles a los paneles solares chinos entienden que se puede generar un contexto comercial favorable para la relocalización de procesos productivos en Europa, así como el surgimiento de nuevas industrias en el sector que requieren de tiempo para poder desarrollarse y hacerse competitivas en el mercado internacional. Algo que también incide en el crecimiento del empleo y la consolidación de sectores en desarrollo.

    De hecho, la UE tiene por objetivo relocalizar la capacidad de fabricación solar a un mínimo de 30GW para 2025, en toda la cadena de suministro de energía fotovoltaica.

    Proteger el medioambiente y los derechos laborales

    La industria de explotación de materias primas y fabricación de paneles solares en China lleva unos años en el punto de mira. La denuncia de impactos medioambientales y de vulneración de derechos laborales pone en cuestión la sostenibilidad de la producción china. Algo que el gobierno de este país asiático puede considerar como un daño colateral por imponerse en el mercado global.

    De ahí que los defensores de los aranceles a los paneles solares chinos consideren que esta medida puede ayudar a distanciarse de este tipo de prácticas, considerando que en territorio europeo la legislación vigente es más rigurosa y presta más atención a los impactos sociales y medioambientales de las empresas.

    Reducir la dependencia de China

    Otro de los principales argumentos para impulsar los aranceles por parte de Europa a los paneles solares chinos es la necesidad de reducir la dependencia de este país asiático. Una dependencia que quedó muy patente con la pandemia de COVID-19 que generó retrasos en la industria fotovoltaica (y otras), al carecer de los materiales y productos necesarios para su desempeño.

    Esta medida puede incentivar a las empresas a invertir en la producción local de paneles solares, generando un tejido industrial que permita, en la medida de lo posible, aumentar el nivel de autoabastecimiento del mercado europeo. Y esto se entiende no solo como una medida económica sino también como una oportunidad para aumentar la seguridad energética de Europa.

    ¿Por qué Europa NO debe imponer aranceles a los paneles solares chinos?

    Como adelantábamos, no todo el mundo coincide en que imponer aranceles a los paneles solares chinos sea una buena idea, ya que puede tener más inconvenientes que beneficios. Entre las desventajas de esta medida se menciona la ralentización del proceso de descarbonización y de la transición energética, el impacto en empresas de distribución de materiales e instalación de paneles solares, el aumento de precios para los consumidores, el conflicto que puede generar a nivel de relaciones comerciales y la existencia de alternativas a este tipo de medidas.

    Ralentización de la transición energética

    Para llegar al objetivo de la UE de alcanzar un 42,5% de energía renovable para 2030, con 600GW de energía fotovoltaica, supone seguir con la senda acelerada del despliegue de energía solar. Y los tiempos que puede llevar abrir nuevas fábricas de paneles solares o expandir las existentes para abastecer la demanda necesaria, chocan con estos planes.

    Es por ello que los detractores de imponer aranceles a los paneles solares chinos argumentan que esta medida supondrá una ralentización de la transición energética y del proceso de descarbonización de la economía europea. Sobre todo, teniendo en cuenta que China produjo en el 2022 el 86% del silicio policristalino, el 97% de las obleas de silicio, el 90% de las celdas de batería y el 85% de los paneles solares del mundo.

    Impacto en la distribución e instalación de paneles solares

    Si bien los aranceles pueden brindar protección a las industrias europeas de fabricación de paneles solares, también puede tener consecuencias no deseadas. Por ejemplo ¿qué pasa mientras que los fabricantes europeos no puedan abastecer la demanda existente de paneles solares? ¿Qué sucederá con las empresas de distribución e instalación, entre otras, que dependen del acceso a estos productos para desempeñar su labor profesional?

    Entre los argumentos contra la imposición de aranceles en Europa a los paneles solares chinos también se encuentra el impacto negativo que puede tener en empresas dedicadas a la distribución de componentes fotovoltaicos, así como a las empresas instaladoras de paneles solares. Estas empresas dependen, en gran medida, de seguir importando módulos fotovoltaicos para seguir con su actividad. Esto supone que mientras no haya una producción suficiente para abastecer la demanda, estas empresas deberán seguir importando paneles solares a un precio más caro, lo que puede poner en riesgo su competitividad y, con ello, los miles de empleos que representan en el sector.

    Precios más altos para los consumidores

    Probablemente, donde más directamente se vea el impacto de los aranceles de Europa a los paneles solares chinos sea en el aumento de los precios de los bienes importados. Al imponer un arancel, las empresas que importan los productos afectados, deben pagar el impuesto adicional, lo que encarece su precio. Un aumento de precio que acaba trasladándose al consumidor final.

    Que los paneles solares salgan más caros, puede hacer que la energía fotovoltaica sea menos accesible. Lo que puede suponer una ralentización en el desarrollo de proyectos de energía solar.

    Obstáculo para las relaciones comerciales

    Al país cuyos productos son objeto de aranceles, no suele gustarle la medida. Esta puede generar tensiones tanto en el ámbito económico como en el político, generando reacciones que puedan dañar a la propia industria europea. Por ejemplo, ya se ha escuchado la intención de China de prohibir las exportaciones de la tecnología necesaria para la fabricación de paneles solares.

    Si tenemos en cuenta que más del 90% de los lingotes y obleas para paneles solares que compra la UE, lo hace a fabricantes chinos, esta prohibición podría poner en riesgo la producción de paneles solares europeos, al no contar con la tecnología o la materia prima necesaria para desarrollar su actividad.

    A su vez, las represalias del gobierno chino también pueden afectar a otros sectores, si el país asiático decide imponer sus propios aranceles a productos europeos.

    No es una medida efectiva

    Los detractores de la imposición de aranceles a los paneles solares chinos también echan mano de la historia reciente para argumentar que este tipo de medidas suelen tener efectos perversos. Y, para ello, aluden al periodo 2013-2018 en el que la UE limitó las importaciones libres de aranceles de paneles solares y células fotovoltaicas de China. Las consecuencias de esta limitación fueron nefastas, disminuyendo la inversión en proyectos y el despliegue de la energía fotovoltaica, así como el empleo en el sector.

    A su vez, sugieren que “donde hay ley, hay trampa”, aludiendo a las estrategias que utilizan las empresas Chinas para intentar eludir la imposición de aranceles. Y, para ejemplificarlo, mencionan el traslado de pequeñas partes del proceso productivo final de fabricantes chinos a otros países como Vietnam, Tailandia, Malasia y Camboya, para evitar el pago de derechos antidumping y compensatorios, en el marco de los aranceles impuestos en 2021 por Estados Unidos a los productos solares de China.

    Hay alternativas a los aranceles a paneles solares chinos

    Finalmente, otro de los argumentos que se esgrimen en la condena de los aranceles de Europa a los paneles solares chinos es que hay otras medidas alternativas que pueden ser más efectivas.

    Principalmente, se habla de la necesidad de una estrategia para la industria solar sólida y materializable, que ofrezca un mayor apoyo económico a los proyectos de fabricación de componentes fotovoltaicos en la UE, ya sea a través de subvenciones o de otros instrumentos de financiación. Es decir, incentivar la inversión en la industria solar europea.

    También se demanda la posibilidad de subastas específicas de resiliencia para los Estados miembros, en virtud de Ley de la Industria Neto Cero de la UE.

    Y, respecto a los fabricantes europeos, se alude a la búsqueda de diferenciar sus productos, apostando por la calidad. Fabricando productos de mayor calidad que los ofrecidos por el continente asiático, puede justificar que tengan un precio más alto. También pueden explorar otros mercados y oportunidades de exportación donde llevar sus productos.

    ¿Debe Europa imponer aranceles a los paneles solares chinos?

    Como hemos visto en este artículo, la imposición de aranceles no es una medida sencilla de tomar. Desde Cambio Energético consideramos que hay que sopesar bien las oportunidades, pero también los riesgos, para evitar un efecto contrario al que se persigue con este tipo de medidas. Hablamos, por tanto, de una decisión que tiene muchas aristas, con impactos a nivel económico, político, social y medioambiental.

    Tanto los argumentos a favor como en contra de la imposición de aranceles a paneles solares chinos tienen su peso y plantean la siguiente encrucijada: proteger y promocionar la industria europea y la defensa de derechos sociales y medioambientales en el proceso de fabricación de componentes fotovoltaicos; o priorizar la continuidad de la senda de aceleración de la transición energética, sin poner en peligro a otros actores del sector ni las relaciones comerciales.

    Desde luego no es una decisión fácil de tomar: primar el corto plazo para seguir avanzando en el camino establecido o apostar por el medio-largo plazo y el desarrollo de la industria europea y la defensa de los derechos ambientales y laborales. Y tú ¿qué opinas?

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