La comunidad energética de Monachil: una apuesta por el autoconsumo colectivo y solidario
Anteriormente, hemos hablado del potencial de las comunidades energéticas en un contexto cada vez más propicio para el autoconsumo fotovoltaico, y hoy os traemos un artículo sobre una que ya está en marcha: La comunidad energética de Monachil en Granada.
Para ello, hemos estado hablando con José Miguel Granados, miembro de Cooperase y trabajador de la Oficina Municipal de la Energía, principales impulsores de la iniciativa.
Seleccionamos la Comunidad Energética de Monachil por contar con un valor añadido: su apuesta por contribuir a combatir la pobreza energética.
- 1 El valor social como distintivo de la comunidad energética
- 2 Origen y motivaciones para crear la comunidad energética
- 3 Primeros pasos dados
- 4 Organización y distribución de la energía
- 5 Principales dificultades para una comunidad energética
- 6 Beneficios de una comunidad energética
- 7 Aprendizajes en el proceso
- 8 Próximos pasos para materializar la comunidad energética
El valor social como distintivo de la comunidad energética
José Miguel nos cuenta que “una comunidad energética es un conjunto de personas, pymes y administración local que se unen para compartir y producir energía”. Es decir, tiene un marcado carácter colaborativo entre diferentes agentes y su incidencia es a nivel local.
Sin embargo, el proyecto de la Comunidad Energética de Monachil cuenta con un valor añadido: un marcado carácter social que se manifiesta en la atención a las personas en situación de pobreza energética, que lo necesiten en el municipio.
Origen y motivaciones para crear la comunidad energética
La idea del proyecto llevaba ya un tiempo rondando sus cabezas. Ya contaban con la experiencia de la Oficina de la Energía de Monachil que en el 2018 había lanzado una compra colectiva de instalaciones de autoconsumo. También pusieron en marcha una línea de asesoramiento en ahorro energético y en el bono social para familias en situación de pobreza energética.
En ese proceso, “nos dimos cuenta que realmente las instalaciones fotovoltaicas tenían un coste elevado para esas familias en situación de pobreza energética. Y tampoco se habían producido tantas instalaciones. Era un modelo muy individual”, nos comenta José Miguel.
A su vez, la compra colectiva se dio en un contexto normativo desfavorable, ya que en 2018 no había la posibilidad de compartir la producción y autoconsumo de energía. No obstante, a raíz del real decreto 244/2019, se posibilitaba el autoconsumo compartido, dando cabida a estas nuevas comunidades energéticas.
En 2020, el Germinador Social de SOM ENERGÍA y Coop57 lanzaba el Concurso de Innovación para la Transformación Energética del año 2020. Así que decidieron presentar el proyecto de la Comunidad Energética de Monachil, alzándose con el premio. “Si no lo hubiéramos conseguido hubiera ido la cosa más lenta o quizás no hubiéramos podido implicar a tanta gente”, sentencia José Miguel.
Primeros pasos dados
El proyecto parte de un primer escollo normativo: la falta de una normativa específica sobre comunidades energéticas en la legislación española. Mientras tanto, se está a la espera de la transposición de la normativa europea, que sí recoge esta modalidad de autoconsumo colectivo. Por lo tanto, la vinculación de personas o PYMES con ayuntamientos queda un poco en el aire por el momento.
Esto no fue un impedimento para que el proyecto siguiera dando pasos adelante. José Miguel apunta que “en reuniones con el secretario del Ayuntamiento de Monachil vimos que lo más óptimo era hacer una asociación local sin ánimo de lucro”. De esta manera, el Ayuntamiento puede ceder cubiertas municipales para que la comunidad energética pueda instalar allí fotovoltaica.
La maquinaria del proyecto continuó con las reuniones requeridas, tanto en el barrio de Monachil como en el propio pueblo de Monachil, hasta su constitución. Presentaron la idea y crearon grupos de interés, para dar cabida tanto a quienes solo quieren consumir como a la gente que quiera instalar fotovoltaica y compartir energía.
Desde octubre a diciembre de 2020, se llevó a cabo un proceso participativo. Este culminó el 17 de diciembre con la constitución de la asociación.
Posteriormente, realizaron los trámites de registro de la asociación. Y actualmente se encuentran a punto de firmar un convenio marco de actuación entre comunidades energéticas y el Ayuntamiento, basado en:
- La cesión de cubiertas para instalaciones fotovoltaicas.
- Un intercambio de energía cuando sea posible. Bien el ayuntamiento puede ceder parte de la energía que ya está produciendo en un par de instalaciones que tiene en Monachil; o bien puede remunerar a la comunidad energética de cuyas instalaciones eléctricas que ponga en Monachil, consuma energía.
Aunque su intención sea aprobar el convenio en el pleno del Ayuntamiento, también les valdría la aprobación por parte de la Junta de Gobierno.
Organización y distribución de la energía
Los roales o anillos son cada una de las zonas donde se ubicarán las instalaciones fotovoltaicas que conforman la comunidad energética. Esto es posible porque la normativa actual permite repartir energía en 500 metros a la redonda.
José Miguel nos comenta que la condición del autoconsumo compartido es que “tiene que haber alguien que esté consumiendo donde se produce”. Y la energía sobrante del autoconsumo “o lo que se estipula mediante acuerdos de reparto, se reparte entre el resto de personas”. Esto se hace dejando un porcentaje, según la zona o “roal”, para ese autoconsumo compartido. “Puede haber roales con muchas familias en situación de pobreza energética o con pocas, pero la idea es dedicar un porcentaje de esa energía a combatir la pobreza energética”, concluye.
Así, la energía que se produzca en cada roal, se dividirá en diferentes partes:
- La parte que autoconsume el Ayuntamiento.
- La que consume la Comunidad Energética.
- La energía dirigida a combatir la pobreza energética.
- Los excedentes.
Los porcentajes de reparto podrán variar según las condiciones de cada zona o roal.
Principales dificultades para una comunidad energética
Todo este proceso no ha estado exento de dificultades. Ya hemos mencionado la falta de normativa específica y la situación de espera a la transposición de la normativa europea. Lo que obliga a estas iniciativas a ir innovando para poder seguir avanzando.
Esta ausencia legislativa genera “la reticencia de todos los ayuntamientos a innovar o a dedicar tiempo a una cosa que no se sabe muy bien cómo funciona”.
Otro obstáculo es “el desconocimiento de la gente ante esta nueva posibilidad de comunidad energética”. Cuestión que viene agravada por el daño que hizo en su momento la publicidad del impuesto al sol. “Se tienen que vencer ese tipo de barreras de desconocimiento o reticencia”.
José Miguel también alude a “un desconocimiento técnico importante, que lo suplimos echando tiempo”. De esta parte técnica se encarga él por la parte de Cooperase. En la parte legal, cuentan con “una persona que ha trabajado en Administración y está preparando este tipo de convenios de colaboración con el Ayuntamiento”.
Una última dificultad que nos menciona es “que lo estemos elaborando todo por nuestra cuenta”. Una cuestión importante especialmente si se pretende huir de las grandes soluciones de las empresas fuertes “que vienen y no tienes que pagar ni un duro, todo te lo ponen gratis y todo es sencillo”. Ellos han creado una asociación con unos estatutos, unos fines, con objetivos muy sociales. Pero “el elaborarlo por nuestra parte es más laborioso, es una dificultad y un reto”, concluye.
Beneficios de una comunidad energética
Si bien el camino no está exento de dificultades, como decíamos, los beneficios de crear una comunidad energética son muchos.
Por un lado, la posibilidad de producir energía en espacios públicos. Esta solución puede ser muy útil para gente que vive en un bloque de pisos, y o bien la comunidad no quiere entrar a instalar o bien no hay espacio suficiente. “En un pueblo como Monachil hay tejados pequeños y tampoco hay espacio”. De ahí que el uso de las cubiertas municipales facilite el acceso al autoconsumo fotovoltaico.
Por otro lado, el hecho de apostar por una instalación para autoconsumo compartido, en términos de economía de escala, permite obtener un mayor beneficio. “Ya no son instalaciones pequeñas; pueden ser instalaciones más grandes que supongan un abaratamiento. Y puedes consumir energía por medio de estas instalaciones”.
A su vez, se contribuye a que gente en situación de pobreza energética también pueda tener energía a un precio reducido. José Miguel comenta que “una persona de la comunidad energética consume energía durante las horas punta del día, a un precio que puede ser casi la mitad de lo que está pagando ahora mismo”. Un ahorro que se multiplica para personas en situación de pobreza energética, pudiendo llegar a pagar “hasta casi un cuarto de lo que paga ahora; es decir, de unos 0,15 € que está pagando el kWh, puede llegar a pagarlo a unos 0,04 €”. Y este, como dice José Miguel “es un valor que tendríamos que dar internamente”. Lo que nos lleva a otra de las ventajas de una comunidad energética: “poder, de algún modo, decidir todo (los precios, quien instala, etc.)”.
Los beneficios generales de una producción y consumo local contribuyen a la sostenibilidad del municipio, a la mejora del medio ambiente y a la reducción de emisiones de carbono. De algún modo, se fomenta la economía local. Bien se puede crear una comunidad para un fin y ampliar a otros posteriormente; o bien se aprovechan núcleos con estos valores que ya existan en el municipio. “Se trata de una especie de economía circular, local y social”.
Aprendizajes en el proceso
“En sí está siendo todo un aprendizaje”, sentencia José Miguel cuando le preguntamos por las lecciones aprendidas en el proceso hasta el momento.
Según él, “alguien que esté interesado en formar una comunidad energética debe de contar o con un conocimiento técnico fuerte o con un asesoramiento, digamos, desinteresado”. Ante el salto de las grandes empresas al autoconsumo fotovoltaico con packs “todo incluido”, es importante contar con unos mínimos conocimientos para entender tanto la parte técnica como la económica. Porque lo que parece más barato (una instalación gratis), “al final, puede que su precio sea mayor del que podrías haber conseguido por tu parte o con un crédito”.
Otro aprendizaje es que se trata de una labor difícil, al ser un tema, de momento, bastante desconocido. Como nos dice José Miguel, “es un reto en sí y creo que es una cosa que une a la gente que forma parte; darse cuenta de algún modo que se está innovando con este tema o, por lo menos, la forma de desarrollarlo”.
También han aprendido que hay comunidades energéticas que están surgiendo en diferentes puntos de Andalucía y de España, que están con los mismos intereses; o como dice José Miguel “por el camino te vas encontrando sinergias muy interesantes y positivas”.
Un último aprendizaje que resalta es “la importancia de realizar un proceso participativo que ayude a acercar los temas técnicos y la participación (tan complicada si no se sabe del tema), a la gente que te rodea”. Todo ello para “alcanzar un compromiso entre ‘te lo doy todo impuesto’, desde fuera, o nos lo vamos elaborando poco a poco”.
Próximos pasos para materializar la comunidad energética
Entre los siguientes pasos a dar, José Miguel menciona la intención de hacer un concurso para elegir a la empresa instaladora. Para esta elección tendrán en cuenta una serie de criterios de calidad.
Pero también buscan una empresa que pueda dar una respuesta local a las necesidades de las instalaciones. “Hay empresas que pueden ser muy baratas pero que vienen de cualquier punto de España o de Andalucía y luego no tienen una continuidad para cualquier tema de mantenimiento o monitorización de las instalaciones”.
Una lección que tienen aprendida de experiencias pasadas. De ahí que, el mantenimiento sea un plus a la hora de seleccionar la empresa o personas instaladoras; al igual que lo es “que también te ayude a seguir desarrollando este tipo de proyectos”, pero sin imposiciones.
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