
¿Justifica la reducción de las emisiones de co2 la minería del litio y los conflictos que provoca?
El almacenamiento de energía es una pieza clave para reducir las emisiones de CO2, pero ¿compensa los impactos que genera la minería de litio?
El litio ha ido ganando peso en nuestras vidas, especialmente en los últimos años. A los usos ya habituales como las baterías de móviles y demás dispositivos electrónicos, la fabricación de aleaciones, de vidrio y cerámica, caucho, sistemas de aire acondicionado, hemos de sumarles aquellos asociados a la transición energética y a la electrificación de nuestro sistema energético, como las baterías para movilidad eléctrica o los sistemas de almacenamiento para energías renovables.
La necesidad de esta materia prima y su producción actual limitada respecto a la demanda esperada, hacen que se esté explorando la explotación de nuevos yacimientos en diferentes países. Entre estos se encuentra España, donde se han localizado importantes mineralizaciones de litio en Galicia, Castilla y León y Extremadura.
Las baterías de litio son actualmente necesarias para realizar la transición energética. Pasando del uso de combustibles fósiles a utilizar energías renovables, las aplicaciones en las que se utiliza este mineral contribuyen a reducir las emisiones de CO2 de efecto invernadero. No obstante, la minería necesaria para disponer de esta materia prima trae consigo una serie de impactos negativos, tanto a nivel ambiental como social.
Entonces ¿justifica la reducción de emisiones de CO2 los impactos de la minería de litio? En este artículo buscamos darte la información necesaria para que conformes tu propia opinión, aunque también nos mojaremos.
En Cambio Energético somos especialistas en energías renovables. Y esto es, en parte, porque nos importa mucho el planeta y consideramos fundamental contribuir a cuidarlo, en este caso, haciendo llegar energía limpia a cada hogar o empresa. Por lo que si tienes dudas sobre cómo autoproducir tu propia energía, contacta con nosotros.
El dilema del litio en España
Como decíamos, España es uno de los países que disponen de litio en su subsuelo, con yacimientos en Galicia, Castilla y León y Extremadura. De estos territorios, ha sido Extremadura la elegida para proyectar los primeros proyectos de extracción por parte de multinacionales de otros países, como Australia. Este es el caso de la minería para extracción de litio que se quieren hacer en los municipios de San José Valdeflórez y Cañaveral, en la provincia de Cáceres. Unos anuncios que han provocado el levantamiento de la ciudadanía frente a la materialización de estos proyectos.
Pero ¿cuál es la base de este conflicto? ¿qué argumentos sostienen las diferentes partes enfrentadas?
Sostenibilidad, autonomía y empleo
Los argumentos a favor de la implantación de la minería de litio en nuestro país, podemos resumirlos en los siguientes:
Luchar contra el cambio climático
Uno de los principales argumentos que se utilizan para justificar la minería de litio en España es la importancia de este metal para la transición energética. El impulso de la movilidad eléctrica y del almacenamiento de energía renovable son dos de los principales pilares para poder desterrar los combustibles fósiles, contribuyendo al medioambiente con la reducción (o eliminación) de las emisiones de CO2 de efecto invernadero.
Los números que ofrecen, por ejemplo, los promotores de la mina de Cañaveral, incluyen la extracción de 1,2 millones de toneladas anuales de litio entre 2025 y 2026. Con este litio, estiman poder suministrar baterías a 2,5 millones de vehículos eléctricos al año. En términos de reducción de CO2, hablaríamos de evitar más de 3,5 millones de emisiones de efecto invernadero en la próxima década.
Romper la dependencia de terceros países

Una de las cosas que nos ha enseñado las crisis económicas derivadas de la pandemia de COVID-19 y de la invasión rusa de Ucrania ha sido la fragilidad de un sistema globalizado totalmente dependiente del mercado de importación y exportación mundial. Y el panorama mundial del litio es un buen ejemplo de ello, concentrándose la producción y reservas de este valioso metal en unos pocos países (Bolivia, Argentina, Chile, Australia, China y Estados Unidos). Esto supone que con el aumento de la demanda en la pugna de los fabricantes por disponer de la materia prima, haya habido escasez de suministro que ha contribuido al alza del precio del litio, especialmente en el último año.
Un cuello de botella que se estrecha todavía más, si hablamos del refinado y procesamiento del litio, estando en manos de China el 60% del refinado de litio mundial, el 77% de la producción mundial de células de baterías y el 60% de otros componentes de batería.
En este escenario, la relocalización de procesos extractivos en España como oportunidad de romper la dependencia de terceros países es otro de los principales argumentos para defender la minería de litio.
Generar empleo y engordar las arcas municipales
Un tercer argumento para impulsar la minería de litio es el más habitual para vender casi cualquier proyecto en nuestra sociedad actual: la generación de empleo. Y ¿quién va a estar en contra de generar empleo? Se habla de empleos directos e indirectos, muchos durante la construcción y ya no tantos a largo plazo.
En el caso de las minas proyectadas en Cáceres, se manejan cifras de 200 empleos directos en Valdeflórez y 430 en Cañaveral; 600 y 1.500 empleos respectivamente en la fase de construcción; y más de 2.000 de empleos generados de manera indirecta.
A su vez, las empresas promotoras aluden a que este tipo de proyectos contribuyen a engordar las arcas municipales en forma de impuestos locales. En el caso de Cañaveral hablan de 70 millones de euros de aportación en impuestos.
Impacto ambiental y social negativo
A pesar de que a primera vista los argumentos a favor de la minería tienen una justificación importante para el desarrollo de la transición energética y de los municipios dónde se ubica, colectivos vecinales y ecologistas han alzado la voz para señalar que hay elementos muy importantes que han de considerarse en relación a la minería de litio.
Agua, aire, tierra… flora y fauna
Hablamos de impactos en el medioambiente muy vinculados con el agua. Por un lado, porque el proceso de extracción del litio requiere de grandes cantidades del líquido elemento que se suele extraer de las aguas subterráneas, afectando al nivel freático y poniendo en peligro los recursos hídricos de la zona.

Por otro lado, también hablamos del impacto que puede tener las filtraciones de residuos tóxicos en los acuíferos de agua dulce. Algo que afectaría a la flora y fauna del lugar, a las tierras de cultivo, actividades agrícolas, ganaderas, incluso, al agua destinada al consumo humano. También hablamos del impacto en el suelo en zonas de alto valor ecológico y de la contaminación del aire con la instalación de chimeneas para las emisiones que genera el tostado de minerales. En términos generales, la minería de litio trae consigo el deterioro de los ecosistemas locales.
Historia, cultura, paisaje… y empleo
La minería de litio impacta de manera determinante en el patrimonio histórico, cultural y paisajístico de la zona. Desde actividades asociadas al territorio, hasta elementos singulares del lugar. Un impacto que repercute negativamente en el sostenimiento y generación de empleo en otros sectores, como la agricultura, la ganadería y el sector turístico.
A su vez, los colectivos denuncian que los empleos prometidos no serán tantos y los que sean, serán de baja cualificación, ya que las multinacionales extranjeras pondrán el trabajo especializado. Por tanto, el empleo generado por la minería de litio en estos territorios no compensa el daño en los empleos vinculados a estas otras actividades económicas.
Entonces ¿justifica el ahorro en emisiones de CO2 los impactos de la minería de litio?
Como hemos visto, estamos ante un dilema complejo. Actualmente, el litio juega un papel fundamental en la electrificación de nuestro sistema energético que requiere la transición energética. Y la relocalización de los procesos extractivos y productivos es una estrategia geopolítica contra la dependencia de terceros países.
Pero esta necesidad no puede suponer un cheque en blanco que omita los importantes impactos medioambientales, sociales y económicos que tiene sobre territorio donde se ubica. Entonces ¿qué hacemos? Una transición energética debe incluir otros elementos en la ecuación para poder realizarse de una manera sostenible y reducir el deterioro que genera en el territorio.
Reciclaje y reutilización
La dependencia actual del litio debe ser lo más sostenible posible. Para ser más sostenible es fundamental caminar hacia una economía circular, donde el reciclaje y la reutilización deben ocupar un lugar primordial.
La Unión Europea se plantea como objetivo para el 2030 que el 70% del litio se pueda reciclar. Hay empresas en Alemania, Bélgica y Estados Unidos que están desarrollando un sistema industrial de reciclaje de baterías de litio. Si bien, están más orientadas al reciclado de baterías pequeñas, como las de los móviles, pudiendo reutilizar el 70% de las materias primas de las baterías de litio y reciclar entre 7.000 y más de 10.000 toneladas anualmente.
Pero en el reciclado de baterías de litio más grandes, como las de los vehículos eléctricos o las de los sistemas de almacenamiento de energías renovables, la cosa se complica. El reciclaje de estas baterías es muy minoritario, dado los elevados costes económicos y ambientales que supone.
No obstante, el reciclaje de baterías de litio no solo es posible, sino que será un negocio muy lucrativo en un futuro próximo. Especialmente, si consideramos que dentro de unos años habrá toneladas de baterías que se tendrán que procesar.
También se están explorando otras posibilidades como la reutilización para otros usos menos exigentes. Así, una batería de vehículo eléctrico que se descarta cuando su capacidad disminuye del 70%, puede utilizarse para iluminar zonas públicas, pistas deportivas, eventos, entre otras aplicaciones.
Las alternativas al litio
Más allá de la explotación de nuevos yacimientos, de la posibilidad de implementar procesos industriales de reciclaje y de la reutilización de baterías de litio, este metal tan preciado hoy en día no deja de ser finito, como ya comentábamos. Por tanto, poniendo la vista en el largo plazo, será necesario implementar nuevas químicas en las baterías, utilizar otros minerales que hagan más sostenible el sistema energético mundial.
Ya te hemos hablado de algunas de estas químicas que están en desarrollo, como las baterías de zinc. El zinc es muy versátil y puedes aplicarlo a todo tipo de aplicaciones y configuraciones, a partir de formatos muy pequeños.
Además, ofrece una mayor seguridad intrínseca, utilizando una química a base de agua que impide que se produzcan físicamente incendios. Puede utilizar el mismo proceso de fabricación y equipos que las baterías de litio, lo que supone poder aprovechar las décadas de inversión en fábricas de baterías de litio para desarrollar rápidamente su capacidad. Todo ello, teniendo en cuenta que el zinc es más abundante y se localiza en más territorios.

Pero, sin duda, la alternativa al litio que está ganando más peso son las baterías de sodio. Y esto es porque es una materia prima más abundante y de menor coste. Se pueden utilizar para una amplia gama de aplicaciones de baterías. Son muy eficientes energéticamente y pueden cargarse rápidamente sin comprometer la calidad del rendimiento. También son a prueba de fuego, son menos tóxicas y más estables, especialmente en temperaturas extremas.
Se espera que estas nuevas químicas de baterías puedan completar sus desarrollos y comenzar más pronto que tarde su fabricación industrial. Mientras tanto, el litio seguirá siendo la principal química a utilizar en sistemas de almacenamiento.
Cambiar todo para que algo cambie
La transición energética no puede basarse únicamente en sustituir combustibles fósiles por energías renovables. Debe plantear un cambio en la forma de entender la gestión y el consumo de energía. ¿Por qué es necesario que todas las casas dispongan de una batería de litio o de un vehículo eléctrico? ¿No sería mejor poder compartir la energía o el vehículo con otras personas?
El auge de baterías de litio para autoconsumo fotovoltaico sucede, en parte, porque no nos fiamos del oligopolio energético. Y no es de extrañar, viendo su comportamiento ante la crisis energética de los últimos años, donde sus beneficios no dejaban de crecer mientras tus facturas de electricidad no dejaban de aumentar. Por eso, cada vez más personas buscan ser lo más independientes posibles a nivel energético.
Pero un crecimiento como el esperado en las necesidades de litio, pone límite a esta forma de entender los sistemas de almacenamiento. En un futuro no muy lejano, este almacenamiento deberá ser a través de la red, pudiendo almacenar nuestros excedentes para utilizarlos cuando los necesitemos, igual que sucede actualmente con las baterías de litio.
Si esto no sucede actualmente es, en buena medida, porque el mango de la sartén sigue estando en manos del oligopolio energético. Pero si cambia nuestra forma de entender el consumo de energía, la cosa puede variar. De la misma manera que se puede compartir un vehículo eléctrico, también se pueden compartir energía. Es el caso de los autoconsumos compartidos y las comunidades energéticas, fórmulas que permiten afrontar de manera colectiva la transición energética, apostando por un sistema energético más descentralizado donde el protagonismo se centre en las personas y empresas autoproductoras y consumidoras.
Haciendo sostenible lo insostenible
En este artículo hemos visto cómo la transición energética obliga a afrontar el reto del uso de materias primas como el litio. Que la necesidad de mantener la máquina energética renovable en movimiento no puede suponer un deterioro que afecte de manera determinante al medioambiente y a la calidad de vida de las poblaciones donde se ubica.
Un equilibrio que debe buscarse de la mano del desarrollo de la industria del reciclaje, de la reutilización y de la implementación de nuevos materiales que eviten el agotamiento de recursos del planeta, así como de una apuesta por hacer las cosas en colectivo. Pero también es necesario avanzar hacia sistemas de almacenamiento a través de la red pública, que reduzcan la necesidad de baterías de litio. De esta manera, podremos contribuir a evitar la escasez que implicará el aumento de la demanda que llegará en los próximos años, minimizando el deterioro que se realiza de los ecosistemas locales en el proceso.
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