¿Por qué la fotovoltaica es un asunto de seguridad energética de los estados?
Cuando la energía es una cuestión de guerra, la fotovoltaica se convierte en un asunto de seguridad energética de los Estados
Hoy el precio medio de la electricidad se ha fijado en 544,98€/MWh, un 400% más que hace un año; alcanzando a las ocho de la tarde los 700€/MWh. Sí, sí, estás leyendo bien: 700€/MWh. Venimos de una constante serie de máximos históricos en el precio de la luz desde mediados del año pasado; pero la invasión de Ucrania por parte de Rusia ha recrudecido este escenario.
Las razones de esta subida del precio de la electricidad son, principalmente, dos: el diseño del mercado marginalista que establece el precio en función de la fuente de energía más cara, generando multimillonarios “beneficios caídos del cielo” para las compañías eléctricas; y la dependencia del gas y petróleo importados de Rusia; una dependencia que limita los movimientos de los Estados a la hora de actuar frente a esta guerra y que revoluciona el mercado de la energía, como estamos viendo.
En este artículo vamos a tratar de ver qué hay detrás de estas nuevas subidas de la electricidad y por qué la fotovoltaica, en tiempos de guerra, se convierte en un asunto de seguridad energética de los Estados.
El precio del gas determina el precio de la electricidad
El mercado marginalista, tal como está planteado, permite que fuentes no renovables como el gas, que son más caras, determinen el precio de la electricidad.
Ya te hemos explicado anteriormente por qué sube el precio de la luz; no obstante, te recordamos alguna idea básica.
¿Cómo se establece el precio de la energía?
El precio de la energía se establece a través de un mercado diario (o pool eléctrico) en el que las diferentes empresas energéticas (sean nucleares, renovables, hidráulicas, ciclos combinados, etc.) lanzan sus ofertas para satisfacer la demanda eléctrica del día siguiente. Con todas las ofertas se hacen una serie de estimaciones que dan un precio de mercado que va cambiando hora a hora y que se denomina precio marginal.
El orden de entrada en este pool eléctrico lo establece el precio de generación de cada energía. De esta manera, entran primero las más baratas (nuclear y renovables) y luego las energías fósiles (gas, carbón, etc.), que son las más caras. Y son estas últimas energías en realizar sus ofertas, las que marcarán el precio de mercado (o marginal). Por ello, siempre que sea necesaria la energía de fuentes fósiles, el precio de la electricidad será más caro que si la demanda se cubre con las renovables.
El gas en máximos nunca vistos
A 8 de marzo de 2022 el precio del gas llegará a cotizarse a 345€/MWh, más de un 800% más caro que hace un año; algo que nadie podía prever hace unos meses. Como tampoco nos podíamos imaginar que habría una guerra en Ucrania. Estos precios son los que están determinando el precio del mercado marginalista; es decir, el precio de la electricidad.
Esta escalada en el precio del gas seguirá aumentando mientras dure el conflicto bélico en Ucrania y sigamos con un mercado marginalista dependiente de la importación de gas (y, concretamente, el ruso) para abastecer las necesidades energéticas de los Estados.
Necesidad de cambios en el mercado marginalista
Esta crisis energética no se podrá aguantar por mucho tiempo. Ni los hogares, ni las empresas, ni la propia economía global de los países pueden seguir soportando estos precios desorbitados. Algo de lo que la Unión Europea parece empezar a ser consciente, al plantear la posibilidad de desligar el precio del gas del de la electricidad.
De ocurrir este cambio, puede contribuir a desinflar los precios y dar un respiro a la población. No obstante, hay otras formas de salir de esta situación de asfixia e inseguridad energética, como veremos más adelante.
Las grandes eléctricas nunca pierden
No deja de ser paradigmático que nos crucemos noticias que hablan de los máximos históricos en los precios de la luz con otras que anuncian los máximos históricos en los beneficios de grandes eléctricas. Algo que si bien ya era una constante, en un contexto tan crítico y cruel como el que se está viviendo en Ucrania, cuyos efectos, como hemos visto, también nos afectan a nosotros, no deja de ser realmente insultante.
La propia Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha recomendado a los Gobiernos de la UE poner freno a los multimillonarios “beneficios caídos del cielo” de las compañías eléctricas; unos beneficios que se han visto multiplicados tanto por la subida exponencial del gas natural por la guerra en Ucrania; como por el propio diseño del mercado mayorista de electricidad, como acabamos de ver.
Por tanto, ese dicho de que con la guerra todos pierden, parece que no les afecta a estas compañías. Además, el precio de la tarifa regulada PVPC, ayer se situó en 710,78 €/MWh. Y esto, a no ser que cuentes con autoconsumo con compensación por excedentes con tarifa PVPC, es una invitación a los 10 millones de consumidores acogidos a la PVPC a cambiarse a una tarifa del mercado libre desvinculada del precio de la electricidad. Lo cual acabará multiplicando los ya obscenos beneficios de las grandes eléctricas, que continuarán beneficiándose de situaciones tan destructoras como las de una guerra.
Para parar esto, la AIE propone elevar los impuestos de estos beneficios de las compañías eléctricas; y, con el dinero recaudado, compensar parcialmente el aumento de las facturas energéticas de los consumidores. Veremos en qué queda todo esto.
Cuando la fotovoltaica se convierte en un asunto de seguridad energética de los Estados
En un contexto de oligopolio de las eléctricas y donde el mercado marginalista hace que la dependencia de combustibles fósiles como el gas y el petróleo ponga el precio de la energía por las nubes, la generación distribuida de energías renovables, especialmente de la fotovoltaica, se convierte en un asunto de seguridad energética para los Estados. La potenciación de la fotovoltaica contribuye a aumentar la capacidad energética de los países y reduce el impacto de condicionantes externos (como la guerra) en las fluctuaciones del precio de la energía.
Cuanta más energía renovable distribuida seamos capaces de generar, menor será la necesidad de tirar de combustibles fósiles; menor la dependencia de importación de estas fuentes de energía; más se reducirán las posibilidades de colapso energético o de falta de abastecimiento; y, consecuencia de lo anterior, se reducirá el precio de la electricidad.
No hablamos de reproducir el modelo de oligopolio con mega-plantas fotovoltaicas controladas por las mismas compañías eléctricas; sino de apostar por el autoconsumo fotovoltaico, ya sea en hogares y empresas, autoconsumos compartidos o comunidades energéticas.
Nos referimos a cubrir necesidades eléctricas, pero también de climatización. El avance de las energías renovables permite combinar tecnologías como la fotovoltaica y la aerotermia para conseguir una mayor autosuficiencia energética; consiguiendo a la vez, sistemas 100% renovables.
Sabemos que todavía hacen falta plantas más grandes que los autoconsumos para generar la energía que necesita un país. Pero alcanzar un sistema energético más justo e integrador pasa por una mayor distribución en la generación fotovoltaica.
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