
Plantas fotovoltaicas flotantes
Con idea de ahorrar espacio en el suelo y evitar el impacto visual, a veces negativo, de las grandes plantas fotovoltaicas, algunas empresas energéticas han empezado a llevarse estas últimas al agua. Si quieres conocer mejor las plantas fotovoltaicas flotantes, sigue leyendo!
Cada vez es más común ver placas solares en los tejados de las casas, o incluso en grandes plantas fotovoltaicas. No en vano, este tipo de instalaciones prácticamente ha doblado su número en nuestro país solo en el último año. Lo que pocos saben, sin embargo, es que las placas solares pueden ser instalados también sobre agua. Son las llamadas Plantas Fotovoltaicas Flotantes.
Superficies de agua como el mar, los lagos o los embalses permiten la instalación de plantas fotovoltaicas en el caso en el que no se cuente con terreno firme que en principio es lo ideal. Lagos y embalses son especialmente indicados, ya que su agua es dulce –eliminando el riesgo de erosión por salinidad- y generalmente más tranquila.
[bctt tweet=»Las plantas fotovoltaicas flotantes llegan a ser un 11% más eficientes que las instalaciones sobre tierra, pero su mantenimiento es mucho más complicado» username=»@cambioenergetic»]
Las plantas fotovoltaicas flotantes llegan a ser un 11% más eficiente que las instalaciones sobre tierra. La razón? la temperatura de los módulos. Como nos habrás oído decir antes, las placas solares son amigas de la luz pero no tanto de la temperatura. Aunque pueda sonar paradójico, la eficiencia de las células fotovoltaicas se reduce si la temperatura alcanza cierta altura. Nuestra tendencia a pensar que los paneles solares operan mejor bajo un sol de pleno agosto a 40 grados es equivocada: operan mucho mejor bajo un fresco y luminoso sol de primavera. Al estar situados sobre agua, los paneles se beneficial del efecto regulador que esta genera, de manera que la temperatura -y con ella la eficiencia de las placas solares- no disminuye.
¿En qué consisten las plantas fotovoltaicas flotantes?
Instalar plantas fotovoltaicas flotantes es un proceso relativamente fácil, ya que no es necesario emplear maquinaria pesada. Los paneles solares se instalan sobre unos flotadores que van unidos entre sí por un cableado que da solidez al conjunto, evitando así el efecto de los movimientos bruscos a que es propensa el agua.
Como hemos mencionado antes, las plantas fotovoltaicas instaladas sobre el mar son más problemáticas. En particular, presentan dos grandes inconvenientes. El primero de ellos son las olas, que provocan movimientos bruscos en los paneles alos que pocas estructuras pueden resistirse. Ante esta dificultad, algunas empresas han optado por instalar las plantas en bahías o puertos, tanto naturales como artificiales mientras se sigue trabajando para diseñar paneles solares que puedan soportar las grandes variaciones en altura, superficie, olas y viento que provoca el mar.
Una segunda dificultad de las plantas fotovoltaicas sobre el mar es la sal. El salitre del mar es un corrosivo natural que puede dañar la estructura de las placas solares y afectar a su eficiencia. Existen certificaciones de calidad como la IEC 61701 específicamente creadas para garantizar la resistencia de los paneles solares a la corrosión por niebla marina pero, al menos por el momento, ninguna placa solar o estructura es 100% resistente a la sal del mar.

Mínimo impacto medioambiental y beneficios para el entorno
Las plantas fotovoltaicas flotantes eliminan la necesidad de construcción pesada. Los paneles se transportan hasta la instalación, se ensamblan en la orilla y se introducen en el agua línea a línea. Desde el punto de vista de la instalación, el impacto es increíblemente menor que el de una planta sobre el suelo, no digamos que el de una planta de energía no fotovoltaica (carbón, nuclear, etc.). No se compacta el suelo, no supone emisiones de diesel –de los vehículos de construcción- ni contaminación acústica para el entorno, ni vertidos o residuos de ningún tipo, propios del trabajo de construcción.
Aunque una planta fotovoltaica flotante puede crear algo de turbidez en el agua en las zonas de anclado, el daño potencial es mínimo, especialmente si lo comparamos con los beneficios que ofrece como contrapartida. Entre ellos, destacan los derivados de la zona de sombreo que crean las placas solares y que se revelan especialmente útiles para mantener a raya problemas como el de el exceso de algas, una amenaza creciente en toda superficie acuática del planeta resultado del calentamiento global y el incremento de los niveles de nitratos y fosfatos procedentes de la agricultura. También merced al sombreado que ofrecen los paneles solares de una planta flotante, el nivel de evaporación del agua se reduce considerablemente. Una vez más, el aumento de las temperaturas está provocando que una buena parte del agua de pantanos y presas se pierda por evaporación –algunos estudios indican niveles de pérdida de hasta un 10-13%-, un fenómeno que la protección que ofrecen las plantas fotovoltaicas flotantes pueden contribuir a mitigar, dado que evitan el exceso de radiación solar y enfrían el agua.

La planta solar flotante más grande del mundo se encuentra en Anhui, China. Con una potencia de 70Mw tras su compleción a finales de 2018, es capaz de proporcionar electricidad a 15000 viviendas. El lago donde se haya se creó de forma espontánea con agua de lluvia después de que la tierra se derrumbara tras décadas de minería intensiva. El resultado es un centro de producción eléctrica renovable en una superficie acuática inviable para cualquier otro uso.
En Europa, la instalación de este tipo más grande se encuentra en Londres, en el embalse Queen Elizabeth II. Más de 20000 módulos –suficientes para llenar 8 campos de fútbol- que ofrecen una potencia de 6 MW.
Ya en nuestro país, el título de planta fotovoltaica flotante más grande se lo lleva la de Arroyo de San Serván, en Badajoz, en marcha desde el pasado abril y cuya foto ocupa la portada de este post. En total, la instalación –destinada a riego solar- consta de 1500 paneles de 500Wp que ofrecen una potencia total de 750Kw a lo largo de 6000 m2.
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Autora: Irene Domínguez
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